Calleja, series de narcos, nenos pintores y delfines

Vivo en una ciudad pequeña que se llama Vilagarcía de Arousa, estamos en la Ría de Arousa, que es famosa en España por su trágico historial de narcotráfico,  y en el mundo entero por sus almejas y demás exquisiteces marinas para quién las come (que yo soy vegetariano y prefiero a los animales vivos, flotando o nadando felices).

De repente la nostalgia por aquellas décadas en «qué se pudo ser y no fue» o por la serie «Narcos» de Netflix ha hecho que el audiovisual galego y nacional pongan sus ojos en esta zona, en estas rías donde la droga circula y circulaba impunemente para repartirse por toda Europa, para recrear en series o en cine sendas historias de narcos como la de Laureano Oubiña,  Charlín, Falconeti o Marcial Dorado (el amigo de Feijoo)… Entonces los pueblos se empiezan a llenar de cámaras, lámparas, estudios de grabación, actores (de esos que la gente les llaman famosos) y empezamos a convivir con estrellas mediáticas que se hospedan en hoteles de lujo o se apuntan en el gimnasio del pueblo, ya que serán nuestros vecinos durante varios meses. Donde hay famosos y glamour, hay medios de comunicación que deben transmitir que hay famosos y glamour. Así que un tal Calleja (que no tenía ni idea de quién era; ahora sí, que ya investigué) vino a grabar un episodio de su famoso programa. Al final todo este rollo mediático me da mucha pereza, me resulta sobrevalorado y sin sentido. Supongo que es una cuestión aspiracional, un complejo existencial o que todos buscamos nuestros 15 minutos de fama de los que hablaba Warhol.

Mientras en Galicia el narcotráfico acribillaba a la sociedad y dejaba huellas imborrables con dolor a diestra y siniestra, hubo un montón de gente valiente y comprometida que dejaba otro tipo de huellas: Como lxs periodistas que contaban las historias, como las madres de lxs hijxs muertxs de sobredosis, o como un pintor llamado Roberto Martínez Estanga que revolucionó las rías galegas con sus «Nenos pintores», nenos y nenas que iban a celebrar el Xacobeo pintando en vivo la Catedral de Santiago, o hacían un performance en la casa de Valle-Inclán, o viajaban a la Rusia comunista para después invitar a niñxs rusos a venir a pintar. Esta historia te la cuento yo, que hace años nadie la dice. Si por difundir imágenes de nuestra casa debemos rendir pleitesía a gente como Calleja, yo prefiero reconocer el trabajo que han hecho durante años y con mucho esfuerzo gente como Vilagarcía Antiga, el fotógrafo José Luiz OubiñaMontse FajardoArousaTV, Fernando Salgado, o Marthazul con su proyecto de Besos de árbol  o su participación cada sábado en Eyeseverywhere. Ahí la ría se ve y se siente.

El sábado por la tarde, cerca del ocaso, mientras me bañaba en la bella ría de Arousa, justo detrás de mi un par de delfines nadaban felices, esos vecinos sí que me hacen ilusión.

Augusto Metztli.

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